Es la
hora de la idea.
La hora
del más alto erotismo,
del
cuerpo reflexivo
meditando
los trasiegos:
la
materia hecha elixir
el sexo
vertiendo olor a biblioteca
olor a
libro antiguo
y delicioso.
Lees mi
piel ahora
como una
Biblia leída y vuelta a releer
que contuviera todas las posibles oraciones
necesarias
para la humana salvación.
Con los
ojos cerrados
sabes llegar
al capítulo del clímax
al
fragmento más lírico
o a las
aún indescifrables profecías.
Es la
hora del sabio escriba
que con
la pluma de tinta húmeda
y la
mano sin temblores
traza el
placer
con la
caligrafía exacta.
(“El más
alto erotismo”, Gioconda Belli)