jueves, 21 de septiembre de 2017

(...) Me introduce un dedo en el sexo.

Ahora quiero que tú te contraigas alrededor de mi dedo. Tienes un músculo allí, que puede contraerse y aflojarse alrededor del pene. Prueba."

Probé. Su dedo era una placentera tortura. Dado que no lo movía, busqué de moverme yo, dentro a la vagina, y sentí el músculo del cual me había hablado abrirse y cerrarse, primero débilmente, alrededor del dedo. Millard dijo:

"Sí, así... Más fuerte ahora, hazlo más fuerte."

Así hice, abriendo y cerrando, abriendo y cerrando. Dentro era como una pequeña boca, que se apretaba alrededor del dedo. Deseaba cogerlo dentro, succionarlo, así continué a probar. Luego Millard dijo que habría introducido el pene sin moverse, mientras yo habría debido continuar a contraerme dentro. Busqué de aprisionarlo con una fuerza siempre mayor. El movimiento me excitaba y sentía que habría podido alcanzar el orgasmo en cualquier momento. Pero, luego que lo había estrechado muchas veces, succionándole el pene, se metió a gemir de repente, de placer y comenzó a embestir más rápido, incapaz a su vez de retener el orgasmo. Yo continué con el movimiento alrededor y alcancé el orgasmo a mi vez, en el modo más maravillosamente profundo, hasta allí abajo, en el útero... (...)


(Anaïs Nin)



domingo, 10 de septiembre de 2017



Yo, que soy tan libre como el viento.
Yo, que no tengo dueño ni perro.
Yo pertenezco a quien siente mi ausencia,
cuando rozándome con un pensamiento
acaricia mi alma haciéndome vibrar el cuerpo.

(©Misthy)